viernes, 29 de enero de 2010

LOS RASGOS DE UN BUEN APRENDIZAJE


Por: Imelda Rodríguez Peña.

 

Educar es una noble y enriquecedora tarea que el hombre desarrolla día a día, como ocurre en los hogares, donde un niño aprende a hablar, caminar y a manifestar  sus emociones, y donde la familia participa en el proceso formativo de la infancia y talvez de manera inconsciente, se sientan las bases de lo que ese niño será con el paso de los años. Y es durante el lapso en que el niño se prepara asistiendo a la escuela, donde ocurre el proceso de aprendizaje formal, que el niño en un principio aprende inconscientemente, para después desarrollar por sí mismo un aprendizaje deliberado, esto ocurre cuando ha sido capaz de comprender la importancia y beneficios que sólo el conocimiento, como resultado de un buen aprendizaje puede proporcionar al individuo.

 

Sabemos que en el aprendizaje formal existe la instrucción, y que es el docente el agente de cambio en tal proceso. Es por ello que como profesores debemos y tenemos que esforzarnos para que ese cambio de conducta ocurra, que el estudiante desarrolle  herramientas  o medios que le permitan desenvolverse en su entorno. El docente en muchas ocasiones, carece de motivación y esta situación la transmite a sus aprendices. Entonces para obtener un buen aprendizaje, es de suma importancia la capacitación docente, en el entendido de que despertando el interés (en ambos actores: educando-docente) se logran cambios trascendentales.

 

El aprendizaje no sólo debe representar un cambio, es pertinente lograr que el individuo sea capaz de modificar su conducta y saberes previos, además de tener la visión periférica de su entorno y pueda aplicar razonadamente el conocimiento adquirido en diversas circunstancias, pues tristemente es una situación común a la que se enfrentan los estudiantes; logran la asimilación y aplicación del conocimiento en un determinado acontecimiento, pero ante el mínimo cambio en el escenario, son incapaces de aplicar el conocimiento que poseen. Esto es algo que solo se resolverá a través de la práctica, tanto profesional como docente. Pues el profesor debe adecuar la práctica  educativa a los requerimientos cambiantes del entorno.

 

La preocupante afirmación de que existe aprendizaje sin enseñanza, y de que a su vez, existe enseñanza sin aprendizaje debe ser derrumbada. Esto se logrará únicamente cuando la sociedad, mediante la institución social denominada familia, tome conciencia de la importancia que el binomio enseñanza-aprendizaje representa en el desarrollo social y cultural de un pueblo. Y que entonces, participe activamente en la labor educativa, ya que existen miles de educandos que no reciben atención de su familia, y esto propicia que el binomio antes mencionado no logre el impacto deseado.

 

Ahora bien,  como docente se debe estar consciente de que en muchas aulas, tristemente se presenta la carencia de enseñanza, ya que se nos olvida que en nuestras manos esta el hacer algo por nuestras generaciones jóvenes. El primer paso –y el más importante- se representa por el concepto de motivación y en nuestras manos está dar ese tan esperado inicio.
 




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