miércoles, 20 de enero de 2010

Las teorías del aprendizaje: de la asociación a la construcción...

Por: Martha Alicia Cázares Morán


A la luz del texto que se ha estado socializando en clases (Aprendices y Maestros. Autor: Juan Ignacio Pozo. Editorial Morata. España, 2006), resulta enriquecedor el conocer algunas de las muy diversas teorías del aprendizaje que se han generado a través de siglos y siglos de análisis de diversos enfoques del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Cuando de inicio se habló del tema de la denominada "agenda griega", es de admirarse cómo desde la época de los grandes filósofos de la antigüedad ya se trabajaba en aspectos de la educación que –cientos de años después-, siguen formando parte de nuestra cotidianidad y preocupación social constante. En el mismo texto, el autor se refiere a tres grandes enfoques sobre el origen del conocimiento: racionalismo, empirismo y constructivismo. Y aunque pareciera que cada uno de estos enfoques excluye al otro, cuando no que lo sustituye, su análisis quizá nos indique que son complementarios entre sí, que no necesariamente en esa evolución del conocimiento, representan por separado una etapa que inició y concluyó en su momento o que sigue en curso, como en el caso del constructivismo.

El racionalismo asegura entre otras cosas que la razón es la única facultad que puede conducir al individuo al conocimiento de la verdad, que con sólo razonar el ser humano es capaz de desarrollar su intelecto para obtener "de adentro" lo que ya contiene en si de manera innata, para sacarlo a la luz y dejarlo que fluya; el conocimiento en todo caso se vuelve ilimitado ya que la razón no tiene límites.

El empirismo afirma, por su parte, que los sentidos son la fuente a través de la cual el individuo va adquiriendo el conocimiento; que la experiencia es la fuente única para allegarse del saber, niega que el ser humano tenga ideas innatas y sostiene que la mente es como una hoja en blanco, en el que las experiencias que se van viviendo a diario, dejan vestigios que son los que van nutriendo al intelecto humano. Aquí el conocimiento es limitado, ya que lo que no se haya experimentado, no se da por conocido. Si pensamos en sociedades tan dispersas y distintas entre si, como las orientales y occidentales (y aún en su propio interior), la heterogeneidad en el conocimiento es asombrosa, ya que los individuos de unas y otras viven experiencias distintas, debido a que se desenvuelven en ámbitos diferentes (geográfico, político-social, cultural, económico).

Para el constructivismo, los dos enfoques anteriores juegan un papel importante en la medida en que los conocimientos adquiridos en ambos, llegan a una intersección en la que se conjugan y le dan al individuo los elementos para analizar, reflexionar y comprender su saber, y con base en ello, construir, modificar y/o enriquecer su pensamiento y/o comportamiento en aras de generar nuevas ideas o conductas en su papel como sujeto social, partiendo -desde luego- de lo individual.

Si bien el constructivismo, en el texto de referencia, se perfila como un enfoque que habrá de establecer la diferencia entre un aprendizaje común y un buen aprendizaje, no debemos perder de vista la importancia del papel que juega el educador en una correcta aplicación para el éxito de lo que el enfoque plantea. Es entonces cuando la capacitación y desde luego la evaluación y seguimiento, que de la misma se haga a los docentes, cobra el valor en su justa dimensión, al momento en que las estrategias de aprendizaje con un enfoque constructivista se lleven a cabo de manera eficaz con el estudiante (en medios presenciales, semipresenciales y aún virtuales).

Como es usual cuando las ideas se exponen, habrán de toparse con seguidores y desde luego con detractores, es parte de las funciones que como individuos en sociedad nos toca desempeñar a unos y a otros. Desde luego que ninguno de los enfoques que hemos visto con anterioridad, son la solución única a los problemas que en el proceso de enseñanza-aprendizaje nos encontramos; sin embargo, el conocer estos fundamentos teóricos, la percepción de otros sobre el particular y nuestra propia experiencia –bien como educadores, bien como aprendices- nos permite orientar nuestros esfuerzos para allegarnos, cuando no generar, las estrategias de aprendizaje que mejor habrán de apoyarnos en tan ardua labor.

1 comentario:

Bermúdez dijo...

Hola Alicia

Totalmente de acuerdo, de poco vales las teorías y nuevas estrategias de aprendizaje si éstas no "prenden" en los docentes, si no las aplicamos y entendemos en esa justa dimensión que bien expones.
Pero entender las teorías de aprendizaje es primero antes de entrar a las estrategias, es decir hay que comprender el proceso y una vez eso podemos ver la parte instrumental.

¿Cómo ves?