viernes, 19 de febrero de 2010

Yolanda-3

 Los rasgos de un buen aprendizaje. 

Si entendemos que enseñar es diseñar actividades sociales con el fin de que alguien aprenda algo, es importante admitir que la mayor parte de nuestros aprendizajes cotidianos se producen sin enseñanza e incluso sin conciencia de que se está aprendiendo. 

Dentro del aprendizaje implícito o incidental, no requiere un propósito deliberado de aprender ni una conciencia de lo que se está aprendiendo. Éste nos proporciona teorías implícitas en muy diversos dominios dentro de la salud, tecnología, economía, etc. 

Todo cambio en las formas de enseñar, como el que exigen las nuevas fronteras del aprendizaje, requiere una toma de conciencia  y un cambio de esas teorías implícitas sobre el aprendizaje por parte de los maestro. 

Dentro del aprendizaje explícito, surge de la conciencia, que suele originarse en actividades socialmente organizadas, éste tipo de actividades van relacionadas a las escuelas. Este tipo de aprendizaje requiere de un mayor esfuerzo. 

Existe dentro de éste contexto la enseñanza sin aprendizaje, el cual se da muchas veces de manera repetitiva cuando no hay una buena asimilación del conocimiento por parte del alumno, es por esto que se busca una pequeña vía para adecuar mejor los procesos de aprendizaje y enseñanza. Se trata de de generar una nueva culta del aprendizaje a partir de nuevas formas de instrucción 

Con todo esto surge la necesidad de definir mejor el concepto de aprendizaje, éste concepto forma parte del acervo cotidiano o de la producción científica, es más una categoría natural que algo bien definido. 

Debido a las limitantes que nos deja el poder definir bien el término de aprendizaje, nos enfocamos más bien en identificar los rasgos prototípicos del buen aprendizaje, que sucede en las actividades humanas más características de lo que denominamos aprendizaje. 

Dentro de muchas definiciones podemos extraer tres rasgos prototípicos del buen aprender:

  • Un cambio duradero
  • Y transferible a nuevas situaciones
  • Como consecuencia directa de la práctica realizada.
 

El aprendizaje debe producir cambios duraderos. 

Aprender implica siempre de alguna forma desaprender, en muchas ocasiones lo difícil no es adquirir una conducta, si no, dejar de hacerlo.

Con mucha frecuencia los esfuerzos deliberados por adquirir o enseñar conocimientos explícitos tropiezan con los obstáculos que plantean los conocimientos implícitos aprendidos con anterioridad de modo incidental y sin que el aprendiz haya tenido conciencia de ello. 

Se generan con todo esto, cambios basados en la reorganización de las conductas del conocimiento, vinculados al aprendizaje constructivo, no buscando sustituir, sino interar esa nueva conducta o idea. 

Es importante considerar en relación con la noción de cambio en el aprendizaje tiene que darse una evaluación o verificación de los aprendizajes producidos. Valorar el cumplimiento o no de los objetivos.  

Lo que se aprende debe poder utilizarse en otras situaciones. 

Una de las dificultades que se presentan con cierta frecuencia es que no logramos transferir o generalizar nuestros aprendizajes. 

Basándose en la transferencia como uno de los rasgos centrales del buen aprendizaje, no se es capaz de transferir, lo aprendido es muy poco eficaz. Cuanto más nueva es una situación (o menor su similitud con situaciones de aprendizaje anteriores), más difícil será disponer de conocimientos transferibles. Y al mismo tiempo cuanto más cambiantes sean los contextos de uso del conocimiento, más necesaria es la transferencia.

Cuánto más rutinario es un aprendizaje, nos resultará luego muy difícil recuperar lo a prendido en cualquier situación que se aleje mínimamente de la situación de aprendizaje. 

Si los aprendices se entrenan sólo en completar ejercicios, difícilmente aprenderán a resolver problemas con tareas más abiertas para las que hay que buscar vías de solución. 

La práctica debe adecuarse a lo que se tiene que aprender. 

A pesar de que la frontera entre desarrollo y aprendizaje es menos nítida de lo que a veces se supone, la diferencia entre ambos procesos no reside tanto en la cantidad de práctica necesaria, como en la influencia que ésta tiene en los cambios que se producen. 

Lo que solemos llamar desarrollo suele basarse en situaciones de práctica incidental, o si se prefiere suele consistir en un aprendizaje implícito, con un grado muy elevado de organización interna. 

Las situaciones más claras de aprendizaje son las que implican un aprendizaje explícito, las que alguien organiza o planifica con el propósito deliberado de aprender.  

Por todo esto, aunque los rasgos de un buen aprendizaje como un cambio duradero y generalizable, están más vinculados a la construcción del conocimiento, la organización de las actividades de aprendizaje debe estar de acuerdo al tipo de aprendizaje que se pretende lograr.

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